sábado, julio 30, 2005

Más allá del puente

Se siente retebonito venir en la carretera (el jaiwey) en el guajoloyet del turimex internacional y ver en la lejania lejana del horizonte la enseýa nacional blandiendo apoteosicamente y mostrando sus tres colores (el verde por los campos verdes de nuestro territorio, el blanco por la pureza de las almas de sus habitantes y rojo por la sangre derramada por nuestros heroes del pasado) con orgullo. Es harto reteemocionante sentir que ya se llega a casa otra vez, que se arriva a la tierra que nos vio crecer, la misma con la que nos empuercabamos cuando eramos parvulos lechuguinos, la misma tierra que llamamos casa, hogar patria querida que si masiosare, el extraýo enemigo viniera somos capaces de envolvernos como tamal con esa bander y tirarnos como ýiýo heroe (manque sea para dentro del edificio) para que naiden la mancille, para que naiden le quite lo inmaculado...esa bandera que se ve ondear a lo lejos cuando uno viene en su camionito, cargado de billetes verdes y falluca. Pero, oh! la realidad es demasiado cruda tan pronto se cruza el puente, tan pronto se pasa sobre las aguas del Rio Grandei, Rio Bravo pal buen mexa de corazon. Si. Tan pronto se cruza dicha obra cumbre de la arquitectura contemporanea se acaba en encanto, se acaba el orden del camino, la seguridad de la carretera con senalamientos de un bache de un metro de diametro con 2 km de anticipacion. Se acaba la tranquilidad de manejar sin saber que se encontrara uno a algun loco excediendo el limite de velocida, o que no tendra la decencia de cedernos el paso. Se acaba. Se acaban las areas libres de basura, sin edificios rayados con el graffitti de la plebe. Se acaba la gente disciplinada que sigue las reglas, que se acuerda de repente de los derechos del projimo y que no espera la menor falta o el menor descuido pa pichicatear la papa, la ganancia, la cartera mal puesta, el celular olvidado. Se acaba. Todo se acaba. Se acaba el dejar las ventanas del coche abajo mientras se va al super. Se acaba dormir sin el seguro de la puerta puesto. Se acaba la honestida, se acaba la decencia...y que empieza???? Que empieza tan pronto las llantas traseras del turimex internacional cruzan el final del puente internacional y se llega a la Aduana de Mexico Lindo y Querido????? Empieza la triste historia. El agente aduanal que con voz engolada, como esos poetas de hoy cantan dice: "tuvieron suerte, les toco verde...no habra revision, solo se les pide una "coperacion" voluntaria para los maleteros." Y la cooperacion, por su puesto se paga en dolares verdes, raza que da hasta de a 5 dolares...bajita la mano han de sacar como entre 40 y 60. Que gracioso...he cruzado ese puente tantas veces y casualmente siempre he tenido suerte y me toca verde...y no me revisan...y me toca unicamente la cooperacion voluntaria. Que chistosisimo, que risa que me da. Y los chistes continuan mientras me adentro mas y mas en mi terruýo querido, en mi patria adorada, si muero lejos de ti, que digan que estoy dormido...y que me traigan aqui... Pero despues de todo...es bueno estar de regreso.

martes, julio 26, 2005

Aquí empieza la historia

Empieza la historia de alguien que escucha los llamados: "¡me siento mal!"...
Y he aquí mi respuesta...

lunes, julio 25, 2005

Casi 27

Ya mero cumplo 27 aýos y he estado pensando que cuando nacý dedicarse a la neurologýa o la neurocirugýa debiý haber sido algo harto difýcil, sobre todo por la ausencia de los tan ýtliles tac y resonancias. O sease, hoy es muy fýcil corroborar un diagnýstico, si a alguien no le furula en sistema nervioso pos le tomas una tac y su resonancia y luego luego se ve si es porque sangrý o le saliý una bola. Si sý, pues ya la gente va a la segura: ya se sabe dýnde estý la lesiýn con presiciýn anatýmica (e incluso se puede operar con naevegadores virtuales para evitar lesionar ýreas sanas contiguas), si no hay nada, pos se manda con el amanzalocos y ya. Hace 27 aýos, sin embargo, cuando yo nacý, no habýa ni tac ni resonancias ni nada. Casi todo era sacado por clýnica! Quý estrýs! Nomýs por clýnica se decidýa la localizaciýn y la extensiýn de la lesiýn asý como el sitio de abordaje. Una tarea que requerýa realmente talento (quizýs los estudios de imagen han vuelto a los neurýlogos y los neurocirujanos mýs zosos lentos). Claro, en aquellas ýpocas existýan estudios que daban, sino pena, a lo mejor un poquito de ayuda. Por ejemplo, la radiografýa simple de crýneo en la que algunas veces con suerte, se podýa encontrar la pineal calcificada y valorar si habýa desplazamiento de la lýnea media. Tambiýn se contaba con las ventriculografýas o los neumoencefalogramas, estudios que mýs que de la ciencia mýdica parecýan torturas medievales para mujeres mal portadas. Tal vez el estudio mýs ýtil entonces era la angiografýa cerebral, pero aun asý implicaba riesgos por los medios de contrastes roýosos que existýan antes. Hoy el detalle con el que se pueden apreciar las zonas anatýmicas en una tac una resonancia hubiera espantado a los neurýlogos activos hace 30 aýos. Los medios de contraste en la neuroimagen hoy en dýa son la neta. Se pueden hacer las mismas angiografýas que se hacýan hace 30 aýos, pero aprovechando la resoluciýn de la resonancia, diferentes tipos de lesiones se pueden ver con diferentes variedades de estudios. Aun mýs, ahora se pueden hacer estudios funcionales para valorar las ýreas activas durante cierta actividad y conocer con precisiýn sorprendente quý partes del cerebro estýn involucradas en tareas tan especýficas como la supresiýn de recuerdos no deseados o el castigo altruista (sic). Quizýs, con el paso que vamos, se podrýn tener pronto estudios de imagen funcionales que tengan resoluciýn celular y, por quý no, molecular de lo que pasa en el cerebro. No falta mucho para que eso pase y tal vez me toque. Por eso me entusiasma tanto esta ýrea de la medicina, porque promete un desarrollo de alarido en los prýximos aýos. Si este no existiera quizýs menos gente, incluido yo, estarýamos tan interesados en esta intrigante materia de las neurociencias. Si, me declaro un cobarde oportunista.

domingo, julio 24, 2005

El sentido de curar

El maestro Ruy Pérez Tamayo me dio la enseñanza más grande en mi vida, la que más valoro y la que ahora constituye el eje al rededor del cual gira mi existencia. Durante una sesión académica en el Hospital San José, él dijo que la medicina nació desde el momento en que hubo algo tal como un hombre enfermo que pidió ayuda a otro hombre que estuvo dispuesto a ayudarlo. Y es esa la esencia de la mýs artýstica de todas las ciencias, la más científica de todas las artes: Ayudar al que está enfermo. Eso es lo que le da sentido a todo...al menos para mi. Aun hoy, en esta era de los nanos y los cybergs no deja de haber gente enferma. Hoy el concepto de salud y enfermedad tiene dimensiones distintas a las de hace 10,000 años; las herramientas y los fundamentos científicos se han convertido en lo que nigún escritor de ciencia ficción pudo haber vaticinado. En estos momentos en los que el hombre, ese ente de envergadura interplanetaria, puede precindir de la voluntad de ayudar para curar al prójimo es crucial que recapacite a cerca del sentido de la medicina, de su esencia última, tal la cual fue comprendida por el ser de las cavernas. Porque el sentido de curar no es el pago que se recibe, ni el prestigio, ni siquiera el sentimiento de ser útil o la gratitud del paciente. Así como profesar amistad por alguien implica una inclinaciýn desinteresada por ese alguien, la voluntad de curar no debería obligarse, porque es una de las formas de expresiýn de la bondad, si es que tal existe en el ser humano, para enojo de los Freudianos de hueso colorado. Además, curar sirve para satisfacer la necesidad del otro de dejar de estar enfermo. Si la otra persona no tiene necesidad, el curar no tiene sentido. Ojalá entendamos mejor esto, oh mýdicos omnipotentes del siglo XXI. El sentido de curar se encuentra cuando la voluntad de hacerlo satisface la necesidad de quien pide ayuda.