lunes, mayo 12, 2008

100 años después

Este mes empecé a leer la biografía de Harvey Cushing escrita por Michael Bliss. Me ha inspirado profundamente el encontrar tantas cosas en común entre mi propia vida y la del padre de la Neurocirugía moderna. En muchos pasajes del libro, me veo yo mismo reflejado con mis ambiciones, hábitos, manías, defectos y cualidades. Mis sentimientos hacia su figura son un tanto contradictorios, porque por un lado envidio su situación: el mundo en el que le tocó desenvolverse, la época, el estatus de la medicina, las instituciones en las que desarrolló su carrera, su fama a nivel mundial, pero sobre todo sus logros y contribuciones. Por otro lado, sin embargo, me siento afortunado de pertenecer a otra generación con una visión más avanzada de la ciencia, la medicina y la vida en general. No me imagino viviendo en un mundo donde no hay imagenología, antibióticos y se entiende tan poco sobre el cerebro y la conducta humana.

Hoy tuvimos el examen de Behavioral Neuroscience en pregrado y me puse a pensar que el 90% de el material que incuí en ese examen era difícil imaginar por Cushing y los médicos de su época: la efectividad de la terapia electroconvulsiva, el mecanismo de acción de los antipsicóticos, la naturaleza de las células de la sustancia negra, el papel de la citocromo oxidasa en la respiración celular, la existencia misma de la mitocondria o tan solo el concepto actual de la neurona: creo que el Dr. Cushing estaría muy sorprendido de toda la información que se tiene hoy en día y que en sus tiempos era difícil imaginar.

Y me pregunto hoy qué le espera a la generación que vivirá en 100 años a partir de ahora.

Otra cosa que me ha llamado poderosamente la atención de la vida de Cushing es lo cuidadoso que fue en escribir los sucesos de su vida en su diario. Yo tego mi propio diario, pero podría ser una broma ridícula en comparación con la documentación que Cushing consiguió. No tengo necesidad de documentar todo lo que me pasa y todo lo que siento. Quizás sea por que en el mundo de hoy se vive más de prisa. Se escribe menos, se experimenta y vive más. El día tiene sólo 24 horas y pareciera que ritmo de vida contemporáneo no está diseñado para escribir en un diario. Sin embargo, creo que empezaré a ser más cuidadoso en ese sentido, siguiendo el ejemplo de esta increible figura histórica que empiezo a descubrir y admirar.

Ojalá algún día, algún día pueda yo contribuir la mitad o siquiera la décima parte de su trabajo.

Rojas aquí.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

BOBO

1/18/2014 2:57 p.m.  

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