martes, febrero 12, 2008

Kant

Sin querer queriendo me cayó el veinte de algo que parece tácito en el mundo de las neurociencias, pero que pasa desapercibido cuando se llevan a cabo experimentos o se sacan conclusiones derivadas de ellos: el cerebro no solo tiene propiedades distribuidas en diferentes redes neuronales o sitios anatómicos, ni está constituido nada más de células excitables, también tiene como base funcional fundamental el aprendizaje y la memoria. El cerebro es un órgano de cómputo que ha evolucionado para comparar los fenómenos que se hacen presentes a través de los sentidos en espacio y tiempo, permitiendo este hecho, el conocimiento y el uso de la razón.
Tal modo de operación de nuestro cerebro fue intuido por Emanuel Kant en el el siglo XVIII y plasmado en su Crítica de la Razón Pura. Aun hoy, en pleno siglo XXI parecería que no es del conocimiento público este hecho, o al menos no se hace el suficiente énfasis en él. El espacio y el tiempo, pues, son dos constructos inherentes a la función congnitiva del ser humano. No están determinados por la experiencia sino por las propiedades biológicas intrínsecas de nuestro sistema nervioso. El espacio y el tiempo no están "ahí afuera", sino en nuestra mente y solo gracias a la existencia de nuestra mente, pueden ellos existir y dar cabida al mundo real.
Ello tiene mucho sentido si se considera que de tantas formas de energía que existen en el universo, los humanos solo estamos capacitados para percibir unas cuantas, de lo que se deriva que el mundo que conocemos, tan solo es una versión parcial de lo que realmente es el universo. Así, este universo solo es alcanzado o conocido por la razón, gracias a las propiedades, no de los objetos del universo, sino de nuestro propio sistema nervioso. El mundo es pues una mera representación en la mente del hombre y lejos de ser conocido en sí mismo, tan solo es conocido como fenómeno (como algo que es capaz de estimular los sentidos). Incluso nosotros mismos somos ajenos a nuestra razón como entes en sí.
Lo que somos está mucho más allá de nuestra capacidad de percibir y quizás más allá de nuestro entendimiento.