Casi 27
Ya mero cumplo 27 aýos y he estado pensando que cuando nacý dedicarse a la neurologýa o la neurocirugýa debiý haber sido algo harto difýcil, sobre todo por la ausencia de los tan ýtliles tac y resonancias. O sease, hoy es muy fýcil corroborar un diagnýstico, si a alguien no le furula en sistema nervioso pos le tomas una tac y su resonancia y luego luego se ve si es porque sangrý o le saliý una bola. Si sý, pues ya la gente va a la segura: ya se sabe dýnde estý la lesiýn con presiciýn anatýmica (e incluso se puede operar con naevegadores virtuales para evitar lesionar ýreas sanas contiguas), si no hay nada, pos se manda con el amanzalocos y ya. Hace 27 aýos, sin embargo, cuando yo nacý, no habýa ni tac ni resonancias ni nada. Casi todo era sacado por clýnica! Quý estrýs! Nomýs por clýnica se decidýa la localizaciýn y la extensiýn de la lesiýn asý como el sitio de abordaje. Una tarea que requerýa realmente talento (quizýs los estudios de imagen han vuelto a los neurýlogos y los neurocirujanos mýs zosos lentos). Claro, en aquellas ýpocas existýan estudios que daban, sino pena, a lo mejor un poquito de ayuda. Por ejemplo, la radiografýa simple de crýneo en la que algunas veces con suerte, se podýa encontrar la pineal calcificada y valorar si habýa desplazamiento de la lýnea media. Tambiýn se contaba con las ventriculografýas o los neumoencefalogramas, estudios que mýs que de la ciencia mýdica parecýan torturas medievales para mujeres mal portadas. Tal vez el estudio mýs ýtil entonces era la angiografýa cerebral, pero aun asý implicaba riesgos por los medios de contrastes roýosos que existýan antes. Hoy el detalle con el que se pueden apreciar las zonas anatýmicas en una tac una resonancia hubiera espantado a los neurýlogos activos hace 30 aýos. Los medios de contraste en la neuroimagen hoy en dýa son la neta. Se pueden hacer las mismas angiografýas que se hacýan hace 30 aýos, pero aprovechando la resoluciýn de la resonancia, diferentes tipos de lesiones se pueden ver con diferentes variedades de estudios. Aun mýs, ahora se pueden hacer estudios funcionales para valorar las ýreas activas durante cierta actividad y conocer con precisiýn sorprendente quý partes del cerebro estýn involucradas en tareas tan especýficas como la supresiýn de recuerdos no deseados o el castigo altruista (sic). Quizýs, con el paso que vamos, se podrýn tener pronto estudios de imagen funcionales que tengan resoluciýn celular y, por quý no, molecular de lo que pasa en el cerebro. No falta mucho para que eso pase y tal vez me toque. Por eso me entusiasma tanto esta ýrea de la medicina, porque promete un desarrollo de alarido en los prýximos aýos. Si este no existiera quizýs menos gente, incluido yo, estarýamos tan interesados en esta intrigante materia de las neurociencias. Si, me declaro un cobarde oportunista.
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