martes, enero 29, 2008

MXCLXXXIV




En 1990 cayó en mis manos un audio cassette que tenía un bebé con alas de ángel sosteniendo un paquete de cigarros. Para entonces yo comenzaba a ser un adicto al rock y cuando tuve pude escuchar esa cinta me di cuenta de que estaba ante algo que iba a cambiar mi vida por completo. Jamás había escuchado algo así; nada tan rockeroso y energizante, nada tan explosivo e increiblemente bueno.

Para cuando me di cuenta de que aquel músico de la cinta que escuché a principios de los 90 era el ser que cambió los paradigmas de los guitarristas de rock la banda había ya grabado For Unlawful Carnal Knowledge, el mejor último disco que grabaron y tristemente me enteraba que la banda se desintegraría años después.

Tengo que participar el legado que este hombre con su banda ha dejado en mi. La vida tiene un sabor distinto gracias a él.

El jueves pasado tuve la oportunidad de verlos reunidos otra vez, tocando ante miles de personas, en vivo y en directo, con esa energía y esa magia que siempre lo caracterizó. Pude ver en la pantalla gigante todos sus trucos y ser testigo del espectáculo del mejor guitarrista de rock de la historia. La emoción me embargó. Estuve ahí y vi con mis propios ojos y con el alma enjuta y trémula la fantasía y el poder. Fue una catedral. Fue una mosca española...Fue una erupción.

Van Halen.