Roger Waters: Un hijo de su Pink Floyd
Este mes fuimos al concierto de Roger Waters dentro de su gira "The Dark Side of the Moon" en The Woodlands. Fue un sueño hecho realidad.
La mística de la banda estuvo presente aunque Waters tuvo que echar mano de 10 músicos para emular lo que solía hacer con Pink Floyd. No falló. Escuchar las canciones de Pink Floyd, incluyendo la totalidad de "The Dark Side of the Moon" en vivo fue nacer, morir y nacer en 3 horas. No faltó el prisma, ni el cerdo inflable durante "Sheep", aunque el espectáculo de luces no se equipara al que usó Pink Floyd en su última gira, Waters mostró ser un artista completo, fue muy interactivo con el público, al contrario de lo que imaginé toda mi vida. No nos dejó ir sin escuchar, "Wish you were here", "Shine on you crazy diamond" y su fenomenal "Perfect sense". Su mensaje político fue antibélico y contundente, como siempre. Los músicos eran increíbles. Los guitarristas interpretaron las canciones nota por nota, con respeto máximo a las versiones originales. Totalmente increible. Increible.
Tenía como 15 años cuando supe por primera vez de un grupo de rock llamado Pink Floyd y que este año será galardonado con el premio Polar (o el Nobel de la música) en Estocolmo. Al principio pensé que se trataba de un grupo de rock pesado y me enteré de lo afamado y revolucionario que había sido esta banda. Pronto tuve la inquietud de escuchar su música. En esta ocasión fui muy cuidadoso e hice mi tarea para seleccionar cuál sería el mejor album de su obra discográfica para introducirme a su mundo y después de preguntar, y sopesarlo bien decidí comprar The Wall. Para un lechuguino de 15 años era bastante rudo desembolzar 140 pesos, en aquella época, para comprar un disco, no pirateado, doble y que además pertenecía al selecto grupo de música para gente de amplio criterio. Finalente me hice de una copia y me recluí en un lugar solitario y silencioso, en eras de no sufrir ninguna interrupción durante mi experiencia musical y para poder aprehender en toda su extensión el concepto musical que estaba a punto de escuchar. Al pasar canción tras canción supe que lo que estaba escuchando era distinto a lo que había escuchado hasta ese momento de mi vida. No era rock pesado, de hecho era música bastante monótona, lenta, triste, misteriosa y repetitiva, para mis gustos en general que se inclinan más por música rápida y energética. Sin embargo la música ero mágica, con unas tonadas muy pegajosas y unas notas que cimbraban los nervios y conmovían: conmocionaban. Escuché los dos discos, uno tras otro, sin interrupción y con mucha atención. Ahí estaban las canciones explosivas y eufóricas, las baladas melosas, las suites misteriosas, los reprises, los increibles solos de guitarra, casi siempre en escala pentatónica, la ópera. ¿Pero qué era todo eso? Creo que en ese momento no pude apreciar en su totalidad la obra artística con su concepto, la interpretación, el mensaje y la mística impresa. Hasta ese momento nunca había escuchado la versión original de "Another brick in the Wall" (canción que se ha vuelto una de mis favoritas) y "Run like Hell", "Hey You" y "Comfortably numb" fueron gratas sopresas. Lo escuché una vez nada más y luego tuve que parar.
No fue sino hasta el otro día cuando me atreví a tocar el disco de nuevo, maravillado por la adquisición musical que acababa de hacer. No me imaginaba en ese momento que la música de Pink Floyd se convertiría en la banda sonora de mi vida.
Fui descubriendo uno a uno todos y cada uno de los discos de Pink Floyd, siempre embelezado, hipnotizado por los sonidos, las texturas, los sabores, los caleidoscopios sonoros y me convertí en un fanático y admirador indiscutible de esta gente. La vida habría sido distinta sin su música. Quién iba a pensar que mi música favorita sería algo que no es rock pesado. Como buen fanático siempre deseé asistir a un concierto de Pink Floyd, pero cuando fueron a México (ya sin Waters) en el 94, era muy joven y no pude ir. Tan lejos y tan cerca. Hoy he dejado de escuchar a Pink Floyd, pero se que siempre puedo regresar a sus discos y encontrar lo que necesito al escucharlos: la vida.