Ritos tribales
Muchos ritos del hombre primitivo se hacían con la finalidad de transgredir un tabú. Los sacrificos de animales obedecían el deseo de demostrar la capacidad del hombre de interferir en la continuidad de la eternidad...y los ritos del pasado siguen presentes, sin embargo, se han transformado, enriquecido, actualizado y socializdo.
Hoy el tabú a transgredir es conseguir la victoria ante Argentina y pasar a los cuartos de final del mundial de fútbol.
En 1986 fue la primera vez que seguí el mundial de fútbol. Me tocó estar en la ciudad de México y vivir la fiebre mundialista, la locura del balompié. Recuerdo las banderas escocesas, danesas y uruguayas en ciudad Neza. Estaba en segundo de primaria y aunque no vimos el juego contra Bélgica, escuchamos el pataleo de los de sexto cada que México anotó sus goles: sólo ellos pudieron verlo en vivo por la tele. Recuerdo haber visto cómo Hugo falló el pénalti contra Paraguay, casi en el último minuto y tengo grabado en beta el segundo tiempo del México-Iraq y el gol de Servín contra Bulgaria. Por ahí debe andar ese video. Recuerdo que ví el juego contra Alemania con mi mamá. Estábamos seguros de que íbamos a ganar y sabíamos que de hacerlo teníamos muchas posibilidades de ser campeones. Pero los goles nunca llegaron. En tiempos extra nos indignamos cuando el árbitro no expulsó a ese jugador alemán que jaló descaradamente de la camiseta al jugador mexicano en una descolgada. Y luego, la tragedia. Desde entonces se ha consolidado en mi mente el terror y la impotencia y pareciera que es un arquetipo de nuestra cultura el ser inferiores en los penales. En el 90 México no fue al mundial. Mi madre me explicó lo de los cachirules y cómo el que denunció todo el asunto fue Joserra, el des los protagonistas. El México-Bulgaria del 94 lo ví en un bar en el puerto de Veracruz con mi papá y sus compañeros de trabajo. El terror se consolidaba. La tragedia de los penales una vez más. En el 98 vi con mi familia el coraje de los mexicanos en la cancha que otra vez no fue suficiente para ganar a los alemanes. Y en el 2002 tuve que esperar a que fuera de mañana en Boston para poder accesar una computadora y ver el resultado del México-EEUU. Mucho antes de que me pudiera sentar y abrir el navegador escuche las porras de Kemi Babagbemi: "U-S-A...U-S-A!!!" Otra vez, triste historia...México perdió; fue borrado de la cancha.
Tuve que esperar 8 años para gritar los goles de Bravo y de Sinha. Ahora estaba en Houston y fue triste pensar que la realidad del fútbol mexicano está muy lejos de lo que deseo (y tal vez muchas personas más): aun seguimos mandando a los mundiales equipos desencajados. Y el fantasma de los penales nos sigue acosando.
Yo creo que somos muy capaces de ganarle a Argentina el sábado. Somos tan capaces de ejecutar este rito tribal igual que cualquier otro ser humano de cualquier otra parte del planeta. Aunque es funesto recordar el pasado, ahora el pasado no cuenta. Y serán 90 minutos, once contra once. Los mejores de Argentina y los mejores de México, millones de ojos observando el rodar del balón. Si el fútbol es el moderno rito tribal de la humanidad, quiero entregarme enteramente a él. La cacería se efectuará en la portería contaria, el animal a vencer será poderoso: Messi, Riquelme y compañía. El tabú, encajar el balón en la portería sin dejar que entre en la nuestra. La presa buscada, el pase a los cuartos. Quien diga que el fútbol es un espectáculo enajenante y sin sentido no entiende la naturaleza humana, ni la dimensión de los sucesos, mismos que se comparan en importancia con el trabajo, el descanso, la fé, la procreación y la interacción social. Quizás haya otras cosas trascendentes en la vida, pero no el sábado, no de dos a cuatro de la tarde. Este sábado jugamos por los valores universales, por la pertenencia de grupo, por la identidad, por el orgullo de participar y de ser parte del todo, del continuum de la existencia. Los sacrificios de los aztecas siguen vigentes en los ritos del intercambio de banderín, del volado para escoger cancha, de las celebraciones de los goles frente a la fanaticada.
Si México gana, la historia cambiará por siempre. Y si perdemos, lo seguiremos intentando cada vez con más ganas. Al menos yo como espectador del gran ritual lo haré en lo que me toque.
VAMOS MUCHACHOS!!!!!!!!!!
Rojas aquí.
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